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VANESSA RIVAS, 26 octubre 2017 I caraotadigital.net
Fueron 25 los estudiantes detenidos por la Policía Nacional Bolivariana (PNB) el pasado 29 de junio en El Rosal, por participar en las protestas antigubernamentales. Un caso lleno de irregularidades, desde el momento de la aprehensión, pero que detrás de esta acción también hubo varios elementos que no fueron revelados.
El juez del Tribunal 43 de Control, Jonathan Mustiola, declaró la nulidad absoluta de aprehensión en favor de los estudiantes detenidos, aún en contra de “las órdenes de arriba”, 15 días después de la audiencia fue destituido. Luego de varios meses, rompió el silencio y en exclusiva para Caraota Digital, contó todo lo que vivió esos días.
“Me impresionó mucho el hecho de que a los muchachos los hayan encerrado en un camión, y todo lo que se dijo que sucedió tras el encierro de ellos allí… Como juez ya venía con el dilema de tratar con este caso de los manifestantes, y lo que significaba para algunos de los jueces que estábamos allí a cargo. Para quienes seguían las instrucciones que les daban de arriba, simplemente era un caso más”, dijo quien llevaba al menos 15 años trabajando en el Poder Judicial venezolano.
No quiere victimizarse, pero si expresó que tenía conocimiento sobre las consecuencias que podrían venir luego de su veredicto. No lo consideró como un riesgo, sino como la única decisión que se debía tomar. “Me di cuenta en ese momento que había convertido en una piedra en el zapato y un estorbo para ellos, porque no era primera vez que actuaba de manera distinta a la que ellos querían”, agregó.
¿Por qué se difirió la audiencia de los estudiantes?
El día sábado primero de julio se tenía prevista la audiencia de presentación. Sin embargo, luego de permanecer todo el día en las celdas del Palacio de Justicia, se les informó en horas de la noche, que fue diferida para el día domingo. Los afectados y su defensa lo catalogaron como un “abuso regular”, hoy Mustiola contó el por qué ocurrió esto.
“Horas antes, ya en pasillos ya se sabía que el expediente de los estudiantes me iba a tocar a mí. El caso llegó ya casi finalizando la jornada y la instrucción que se tenía para ese momento con el tema de los manifestantes era informar a la presidencia del circuito, lo siguiente era el acuerdo de una fianza, esto no era legal”, detalló.
Luego de revisar el expediente realizó una llamada a las autoridades para informar que no existía ningún delito que imputar, y que su decisión sería otorgarles libertad, la respuesta fue: espera que el fiscal diga que va a solicitar. “Sabía que corría el riesgo de perder mi cargo, pero ya después del caso de la doctora Afiuni, lo mejor que me podía pasar era que me botaran. Nunca se me va a olvidar que en el acta policial solo decía que le habían incautado un guante, un trapo, un casco, un escudo y una botella con un líquido claro, que resultó ser agua”, dijo.
La respuesta que recibió en ese momento fue: “Bueno tu sabes lo que tienes que hacer en ese caso. Tienes que acordar una fianza… Vamos a consultar arriba en la Sala Penal y te estamos avisando”. A partir de allí, Mustiola asumió que el silencio de arriba, era una especie de presión “agresivo-pasiva”, para ver si cambiaba de parecer.
Mientras los familiares, defensores y estudiantes esperaban con angustia la presentación. Mustiola recibía pocas respuestas aunque tenía clara su decisión. “Me dijeron no hemos podido hablar con el magistrado, no conseguimos a nadie en la Sala Penal, difiere la audiencia para mañana. Acepté, aún cuando yo tenía firme mi decisión, pero si la realizaba ese mismo día hasta ellos podían ser perjudicados, lo más seguro es que no los dejaran salir”.
“Sube un momento”: el llamado que puso fin a su cargo
El día domingo 2 de julio, aunque llegó a tempranas horas, lo hicieron esperar hasta pasada la una de la tarde. “Ni siquiera me dijeron dictale libertad sin restricciones, sino que decidiera según me pareciera justo. Dicté mi decisión y en ese momento, de manera inmediata no hubo ningún tipo de acción”, sostuvo.
No recibió advertencias ni amenazas, pero sí, un llamado administrativo que pondría fin a su cargo. “Me llamaron de Presidencia y me dijeron: sube un momento. Yo me imaginaba para que era, porque normalmente te dicen sube para una reunión, pero cuando no te dicen para qué, ya sacas cuentas”.
Le fue entregado un comunicado de la Comisión Judicial donde se oficializó su remoción del Tribunal. No pidió explicaciones, tenía claro que esto era por su decisión con los estudiantes; además ya tenía antecedentes en otros casos de manifestantes a quienes otorgó libertad. “Si fue por eso, me fui con mi consciencia tranquila. No fue una cuestión objetiva, sino subjetiva”, manifestó.
Aseguró que como él, hay muchos a cargo de los tribunales que tienen descontento con las decisiones que se toman, pero que el miedo les ha ganado. “La mayoría de los que están es porque han seguido la línea. Yo no me arrepiento de mis decisiones”.
Mustiola se vio afectado por las críticas que recibió por haber diferido la audiencia. Escuchó las protestas de los familiares, estudiantes y defensores que exigían la libertad de los jóvenes, sentía la responsabilidad en sus hombros de hacer algo, pese a lo que pasaría luego. “Por las redes sociales me destruyeron mucho, no sabían lo que pasaba detrás”.
No siente deseo de pertenecer al Poder Judicial y las autoridades actuales, así como mantiene la postura que hizo pública el día de la audiencia: “Es muy fácil juzgar, se que es difícil pero deberían ponerse en los zapatos de uno, porque no es fácil, no fue fácil, y sobretodo no es fácil cuando estamos en un país como el que estamos y todavía te quedan principios. Cuando pasan este tipo de situaciones se prenden muchas alarmas, para quienes estén como focas aplaudiendo el escenario es otro”, concluyó.
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